Época pandémica

Con la pandemia por Covid-19, la vida tal como la veníamos llevando se detuvo. Las rutinas y costumbres frenaron para la gran mayoría de las personas, hubo un sector de la sociedad que continuó: su trabajo se acrecentó, vivieron momentos de incertidumbre y dolor por las personas a las que asistían pero también por sus familias, momentos de gran reconocimiento pero también de estigmatización, en fin, también para ese grupo de personas que tuvo que salir con pandemia, la rutina cambió.

La época nos moldea, nos marca un ritmo, un tiempo, y nos convoca a los practicantes del psicoanálisis a repensar-nos, sí, a nosotros, porque somos quienes trabajamos con los padecimientos que son efectos de la época. Nos convoca a pensar nuestras praxis, el abordaje a las diferentes presentaciones clínicas del malestar, regidos por la ética del psicoanálisis. También porque somos quienes resistimos, en muchas ocasiones.

Con el cese de las actividades rutinarias presenciales, hubo un primer momento de descanso, parecía que sería poco tiempo, que pronto se iría retomando el ritmo. Las vivencias fueron tan variadas como personas hay. Pero luego llegó un tiempo de hiperproductividad, las actividades continuaban, y de hecho, se multiplicaban, pero en otro formato, virtual.

Y con éste nuevo formato: innumerables conversatorios, escritos, videos en vivo en distintas plataformas virtuales se preguntaron, y respondieron, sobre el lugar del psicoanálisis en este momento. ¿Es psicoanálisis puro en formato on-line? ¿Qué efectos? ¿Con todos los consultantes? ¿Qué limitaciones presentaba este formato? Algunas resistencias se mostraron…

Estar a la altura de la época es escuchar a los sujetos de la época

El psicoanálisis no quedó exento de todos estos cambios, el encuentro de los cuerpos se interrumpió pero las manifestaciones del padecimiento subjetivo no cesaron, sino que continuaron, se acrecentaron, se diversificaron, y alojarlas no es poco.

Para poder alojar a un sujeto, primero hay que suponerlo, premisa de la que parte el analista: hay un sujeto del inconsciente. Ese sujeto, es el mismo sujeto con el que la ciencia trabaja, pero que por necesidad de su discurso propio, excluye (Lacan, 1966). Siguiendo a Freud, escuchamos lo que no funciona, el cuerpo que no responde a la anatomía, que se hace presente como obstáculo (Leibson, 2020). Es el obstáculo que aparece, no en cualquier momento, una coyuntura lo rodea, un momento histórico en la trama subjetiva, por lo que consultan las personas. Puede tener distintas formas, a veces disruptivas, en otras ocasiones más dialectizables, el padecimiento subjetivo se presenta y cuando toma forma de síntoma es el que plantea la pregunta, “cuando encuentra el partenaire adecuado, el partenaire dispuesto a escuchar la pregunta que encierra, a charlar con él por interpretación, y a responder desde el lugar de la causa del deseo” (Lombardi, 2018, p. 45).

Para alojar a los sujetos de la época es necesario que haya un “vacío disponible”, en palabras de Martínez (2021), vacío que el analista ofrece al analizante, aquel que con su oferta, crea demanda (Lacan, 1958). Para que exista ese vacío es preciso que no haya sujeto, es decisivo que el analista responda por fuera de lo que para sí mismo son referencias y verdades de su propia realidad, ya que se constituyen como obstáculos en el despliegue de la subjetividad del analizante.

El deseo del analista será el operador necesario para que haya análisis. No se podrá conducir un psicoanálisis sin antes haber atravesado el propio análisis, “sin haber sido transformado por la experiencia misma” (Touchon Fingermann, 2018). Esa transformación, (de)formación, no ocurre de una vez y para siempre, sino que permite que el analista realice un movimiento dúctil para dejar de ser, y convertirse en un destino pulsional durante el análisis de un consultante. Lo interesante de ese movimiento es que lo realiza sin saber hacerlo, no desde la técnica, sino desde la experiencia misma de la travesía analítica (Martínez, 2021). 

En el momento de mayor confinamiento, esta travesía también tuvo que adecuarse, el análisis tomó forma de llamada, de videollamada, incluso de mensajes de texto cuando la privacidad se veía vulnerada.

La declaración de la pandemia fue una detención, una ruptura que, por un lado, trastocó el tiempo en las personas, y por otro, volvió a mirar a la ciencia.

Comenzaré por el tiempo: pareció detenerse, el movimiento de la sociedad, en ritmo en el que vivíamos se detuvo. El tiempo que, en gran parte, estaba regulado por las instituciones (escuela, trabajo, comercio, etc.) tuvo una pausa, y algunos efectos eso produjo.

Algunas personas dijeron que sus síntomas preexitentes, es decir, esos padecimientos que tenían antes de la pandemia, se agudizaron, si sentían ansiedad, angustia, miedos, insomnio, por nombrar algunos, eso aumentó. También aparecieron nuevas manifestaciones de malestar, en personas donde hasta ese momento marchaba todo bien. Pero también algunos dijeron sentir alivio porque el mundo se detuvo. A pesar de estas diferencias, al unísono se escuchaba “desde que comenzó la pandemia siento…” Este momento requirió de: alojar al sujeto, y luego formular una pregunta que lleve a la verdad singular, eso no cambió.

No sólo los consultorios tuvieron sus resonancias, sino que con el transcurrir de los meses la salud mental fue un tema de conversación en medios masivos de comunicación, algunos días hasta trending topic, parecía una preocupación general. Entonces, entrevistaban a profesionales de la salud pidiendo la receta, para pasar la pandemia, para no sentir ansiedad, para no sentir soledad, para cuidar la salud mental, para no separarse, etc. A contrapelo del para todos, sabemos que no todas las personas padecieron por el confinamiento, tampoco reinó la urgencia subjetiva. Al igual que en otras épocas, el caso a caso es el horizonte, el consejo freudiano, vez a vez olvidaremos todo lo sabido como si fuera el primero.

El confinamiento en Argentina fue extenso, el desencuentro de los cuerpos duró muchos meses, las actividades transcurrían en casa, no sólo la dimensión del tiempo se modificó, sino también las coordenadas espaciales.

Ante el inminente peligro del virus, dejamos de juntarnos, pero en palabras de Lombardi: “es el deseo lo que hace lazo” (Lombardi, 2018, p. 176). Entonces nos valimos de las ofertas de la virtualidad, meet, zoom, whatsapp, duo, instagram, facebook, aplicaciones para todos los dispositivos que nos permitían un intercambio en vivo a la distancia. No reemplazó el encuentro presencial, apenas fue un paliativo, que además de permitir la continuidad de actividades obligatorias (salud, educación, economía, etc.), dio posibilidad a la restauración de otros lazos, más deseantes. Se festejaron zoompleaños, fiestas, recitales y también nuestra Escuela celebró su asamblea internacional.

En América Latina Sur, nuestro Dispositivo de Escuela Local, COLAGE, creó los Espacio Escuela Itinerante, es un encuentro, aún virtual, entre los miembros de los Foros. Tantas ganas de reunirnos, de trabajar, de encontrarnos, que el primer encuentro se tituló “La política es el lazo”, Sandra Berta fue la oradora en aquella oportunidad, que dio inicio a variados encuentros de trabajo. La Escuela de Psicoanálisis es un espacio que se hace, por distintos motivos, entre ellos, el lazo entre analistas constituido para interrogar a posteriori las consecuencias del acto. La Escuela como refugio ante la soledad del acto, como espacio de transmisión de lo que el psicoanálisis enseña, como un espacio para la revisión de sus analistas, como garante de la formación de sus analistas, y también durante el confinamiento hicimos Escuela como refugio de la pandemia.          

Por un lado hablamos del tiempo trastocado, por el otro, la vuelta a la ciencia: para ello tomaré palabras de Lacan en 1974, dijo que la ciencia también tiene una posición imposible “sólo que de ello no tiene aún la menor idea” (p. 20). Ubica a la ciencia como una de las posiciones imposibles, Freud había planteado la del educador, la del gobernador, la del analista, Lacan en esta conferencia de prensa, agrega a esa serie a la ciencia. En ese momento vislumbraba una crisis de responsabilidad por lo que se elaboraba en laboratorios, por la peligrosidad de la situación de si eso saliera de esos espacios controlados. Casi 45 años después, ocurrió, una nueva pandemia. Pero, volviendo a la posición de la ciencia, dice:

Como la ciencia no tiene ni idea de lo que hace, salvo al tener un pequeño brote de angustia como ese, ella va a continuar, a pesar de todo, un cierto tiempo, y probablemente a causa de Freud, nadie imaginó decir que también era imposible tener una ciencia, una ciencia que tenga resultados, que gobierne, y eduque. Pero si se puede tener, a pesar de todo, una pequeña sospecha, es por el análisis; porque el análisis, él, él está verdaderamente allí. El análisis, no sé si ustedes están al corriente, el análisis se ocupa muy especialmente de lo que no anda (Lacan, 24/10/1974, p. 24)

El mismo sujeto que la ciencia, posiciones imposibles, pero separados: psicoanálisis y ciencia. Nuestra orientación es a la causa, no la sutura. Es por lo que no anda, otro nombre de lo real. Con eso tenemos que vérnosla, por eso la formación es crucial, o la deformación por la experiencia del análisis, porque trabajamos con lo imposible.

Y ahora?

En la Conferencia de prensa en Roma de 1974, Lacan no sólo integró a la ciencia en la serie de posiciones imposibles, sino también se interrogó sobre la supervivencia del psicoanálisis, tema del que se encargó Freud, Lacan y también nuestra Escuela, incluso en estos momentos.

¿Sobrevivirá el psicoanálisis? ¿Se extinguirá? De las diferentes respuestas que escuché, con la que elijo quedarme es “habrá psicoanálisis mientras haya analistas”. Es trabajo de los analistas, su formación, basada en el trípode que propuso Freud, experiencia de análisis, estudio de la teoría y supervisión; pero también la interrogación sobre su compromiso, su ética, su acto, para ello Lacan nos propone la Escuela.

En constante revisión, nuestra posición, nuestra praxis, también nuestra causa: el deseo de psicoanálisis. Touchon Fingermann (2018) plantea que el futuro del psicoanálisis depende de la intranquilidad de los analistas sobre éste tema que incomoda y tensiona; para que se produzcan dispositivos que no reduzcan al mismo a una mera técnica. El psicoanálisis se reinventa cada vez, porque las experiencias no se acumulan, no se reproducen, y si lo hace, sin estar advertidos, seguro pifiamos.

Cuando pensamos en la Escuela, dos dispositivos por excelencia aparecen: cartel y pase. El primero como dispositivo propicio para la enseñanza, transmisión, un artificio que no cesa de someterse a la innovación. Comienza con algo incómodo, “un no saber que atormenta” (Touchon Fingermann, 2018, p. 159), que compromete a sus participantes en la producción y con ello, también un nuevo lazo: transferencia de trabajo. Responsabilizados por la propia formación y transmisión, sus integrantes ocupan un rol indispensable en mantiene viva a la Escuela, y también al psicoanálisis.

El pase, en cambio, tiene otra función, supone una mostración posible de la travesía de un análisis, sus consecuencias. Busca ser un momento de verificación posible de las condiciones del acto analítico, que garantiza un analista, la disposición del mismo para soportar el acto. Entonces, que haya analista será condición para que exista el psicoanálisis, pero también para estar a la altura del sujeto.



Bibliografía

-Lacan, J. (1958) “La dirección de la cura y sus principios de su poder” en Escritos 2. 1° Edición (especial) Bs As: Siglo Veintiuno Editores, 2014.

-Lacan, J. (1966) “La ciencia y la verdad” en Escritos 2. 1° Edición (especial). Bs. As.: Siglo Veintiuno Editores, 2014.

-Lacan, J. (29/10/1974) Conferencia de prensa en el Centro Cultural de Roma. Versión bilingüe. Recuperado del sitio web: www.ecole-lacanienne.net

-Leibson, L. (2020) “Los cuerpos freudianos y sus estados gozantes. La máquina imperfecta II” Escabel Ediciones: Bs As, 2020.

-Lombardi, G. (2018) “El método clínico en la perspectiva analítica”. Bs. As. Paidos, 2018.

-Martínez, F. (2021) “Disponibilidad (o deseo del analista)” en Nadie Duerma. Revista del Foro Analítico del Río de la Plata. Edición n°11. Recuperado del sitio web: www.nadieduerma.com.ar

-Touchon Fingermann, D. (2018) “La (de)formación del analista” 1° Edición adaptada, Escabel Ediciones: Bs. As, 2018.



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